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“Samaranch nunca pierde una votación”. La frase es de Carlos Gil, director técnico del atletismo español en los ochenta. La pronunció días antes de que Barcelona se enfrentara a la elección que otorgaba los Juegos de 1.992.
Juan Antonio Samaranch, el señor de los anillos, el hombre que modernizó para siempre el movimiento olímpico, tampoco perdió aquella vez. Gil, a su vez fallecido las pasadas navidades, dio en el clavo en su definición. El barcelonés fue maestro en diplomacia, en negociación, en captación de votos, en innovación y en percepción de la realidad: si un proyecto no lo veía maduro, lo detenía. Se movía como nadie en las alfombras del poder.
Samaranch es probablemente el dirigente deportivo más importante de la historia después del barón de Coubertin. Presidió el Comité Olímpico Internacional (COI) durante más de dos décadas (entre 1.980 y 2.001), un periodo en el que siempre trabajó por sanear las finanzas del organismo y en el que persiguió de forma obsesiva que los mejores deportistas profesionales del mundo (ciclistas, baloncestistas y jugadores de hockey hielo) compitieran en los Juegos Olímpicos. La participación de las estrellas de la NBA en los Juegos de Barcelona’92 fue la cristalización de su éxito en este proyecto.
El gran día de Samaranch llegó en 1.980. Eran las dos y cinco de la tarde cuando fue elegido como nuevo presidente del COI. Su antecesor, Lord Killanin, desde un pequeño balcón de la escalera de la casa de los sindicatos soviéticos, proclamaba el nombre del español. Fue elegido en la primera votación y por mayoría absoluta. De los 77 votos emitidos (por miembros de 48 países) 44 fueron para él. Fue un auténtico ministro de Exteriores.
Con la muerte de Juan Antonio Samaranch Torelló (Barcelona, 1.920) desaparece, probablemente, la figura más importante del deporte español a lo largo de su historia.
"Tengo 89 años, estoy al final de mi vida, os pido la concesión de los Juegos para mi país", dijo en octubre de 2.009 para convencer al COI de que escogiera a Madrid antes que a Río de Janeiro.
Pero ni siquiera la proximidad del final de sus días sirvió para que la capital española fuera elegida. Samaranch jamás hubiera estado en esos Juegos. Murió hoy a sus 89 años de una insuficiencia cardiaca, justo diez años después que su mujer, María Teresa Salisachs, quien falleció en 2.000.
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4 comentarios
Write comentariosUna lástima, le gustaría mucho que madrid fuese ciudad olímpica.
ReplySalu2.
Un hombre que ha hecho mucho por el olimpismo.
ReplyQue descanse en paz.
Un abrazo.
Un gran hombre, que descanse en paz.
Reply¡¡ UN BESITO !!
Estupendo "hombre", estupenda "persona"...D.E.P. Saludos cordiales.
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