> Lágrimas que ahogan.

Fuente: styria.es / casadellibro.

Datos del libro:
> Autora: Gisèle Corboud.
> Género: Ensayo.
> Páginas: 224.
> ISBN: 978-84-96626-39-3.
> Publicación: 28 de Febrero de 2.007.
> Formato: 15,5 x 22,5 Rústica.
> Colección: Crónica.

Sinopsis:
Gisèle Corboud, joven y atractiva, contrae matrimonio a los 21 años con el que cree será el hombre de su vida. Pero al poco tiempo, ese hombre galante y encantador se convierte en un desconocido capaz de emplear el miedo, la amenaza, el sometimiento y la culpa para manipularla y aprovecharse de ella. Golpeada en lo más íntimo (su dignidad), aquella mujer vitalista y alegre cede ante las manipulaciones de su marido para convertirse en una dependiente emocional. Se siente desconcertada e inútil y un sentimiento de culpa le embarga de tal manera que se ve envuelta en un estado de confusión, depresión y soledad.

Lágrimas que ahogan es el testimonio en primera persona de una víctima real del maltrato psicológico. En él, la autora describe, analiza y disecciona la personalidad de los dos protagonistas de la tragedia. Presenta el proceso de destrucción de una pareja de clase media intelectual y económicamente válidos y la compleja dinámica del chantaje, que, después de 33 años de matrimonio, concluirá en un divorcio traumático y sórdido.

Reflejo de la actual posición de marginación y discriminación social de la mujer cuando decide concluir con el estado de no bienestar marital, el libro analiza también la situación en que queda la víctima una vez se libera de la tutela del que fue su consorte, su reinserción en el mundo laboral y social y la opresión que el hombre ejerce sobre la mujer bajo el consentimiento cómplice de la Administración, el poder ejecutivo y la sociedad.

Un testimonio valiente y conmovedor que se convierte en un instrumento válido para recuperar la integridad de la víctima y definir estrategias para cada situación de chantaje emocional.

Fragmento:
Era una mañana cualquiera cuando por primera vez pisé el oscuro suelo del tenebroso tunes que me llevaría a mi primer día de parvulario. Digo “tenebroso túnel”, ya que cuando te adentrabas en él, a medio camino, montados sobre el plinto, se hallaban los alumnos más mayores, que a nuestro paso se dedicaban a aterrorizarnos, saltando sobre nosotros y levantando las faldas a las niñas.

En medio de aquella algarabía llena de ululaciones y gritos de espanto, corríamos todos de una forma atropellada hacia el punto de luz que representaba el final de dicha tortura al desembocar en un magnífico y enorme patio que separaba la escuela del parvulario.

Lo que yo no sabía es que, más adelante, dicho patio se convertiría también en fuente de problemas para mí. Tampoco sabía que en el futuro volvería a encontrar a uno de los chavales que nos amedrentaban a nuestro paso por el túnel y que entraría a formar parte importante de mi vida adulta.