Hoy voy a poner un relato que escribí hace unos años en el que describo una de las últimas noches que pasé al lado del Imbécil, una de las más tristes porque soñé que mi abuela me veía....Este relato bien podría ser el día a día de miles de mujeres maltratadas.
Miré por la ventana, la luz del sol me había despertado. No quería mirar el reloj de la mesilla, seguro que era demasiado pronto...
Noté mis parpados hinchados y me acordé de la noche anterior mientras mi cuerpo comenzó a temblar. Cada noche era peor y cada noche, sin apenas darme cuenta, algo moría dentro de mí.
No recuerdo en qué momento dejé de sujetarme a la tabla de los buenos tiempos, aunque ya dudaba si alguna vez los hubo.
Intenté recordar las palabras que salieron por su boca, pero no podía acordarme, nunca me acordaba cuando me acostaba llorando...sólo tenía esa horrible sensación de no valer nada y de no saber qué hacer para que acabasen los gritos, los insultos, las mentiras, los golpes en la pared...
El sol seguía molestando, así que bajé la persiana con cuidado, sabiendo que si le despertaba sería peor.
La habitación volvió a quedarse oscuras, cerré los ojos e imaginé qué sería de mi vida si no le hubiese conocido y pensándolo me quedé dormida y comencé a soñar...soñé que era feliz, que no existían los gritos, ni los insultos y entre sueños vi a mi abuela (muerta hacía pocos días) a los pies de la cama...me acariciaba el pelo y me miraba con cariño pero también con tristeza...entre sueños sentí vergüenza de que mi abuela se hubiese podido enterar de la clase de persona en la que se había convertido su nieta y lloré y de tanto llorar terminé durmiéndome.
Sobresaltada me desperté al sentir su codo en las costillas, era su particular forma de darme los buenos días....
Amanecía otro día, otro día en el que me esforzaría por ser perfecta, aunque eso no sirviese de nada.. Pero le quería y sabía que algún día él se daría cuenta y mi vida podría ser como siempre había soñado. Pero ese día nunca llegó.
Miré por la ventana, la luz del sol me había despertado. No quería mirar el reloj de la mesilla, seguro que era demasiado pronto...
Noté mis parpados hinchados y me acordé de la noche anterior mientras mi cuerpo comenzó a temblar. Cada noche era peor y cada noche, sin apenas darme cuenta, algo moría dentro de mí.
No recuerdo en qué momento dejé de sujetarme a la tabla de los buenos tiempos, aunque ya dudaba si alguna vez los hubo.
Intenté recordar las palabras que salieron por su boca, pero no podía acordarme, nunca me acordaba cuando me acostaba llorando...sólo tenía esa horrible sensación de no valer nada y de no saber qué hacer para que acabasen los gritos, los insultos, las mentiras, los golpes en la pared...
El sol seguía molestando, así que bajé la persiana con cuidado, sabiendo que si le despertaba sería peor.
La habitación volvió a quedarse oscuras, cerré los ojos e imaginé qué sería de mi vida si no le hubiese conocido y pensándolo me quedé dormida y comencé a soñar...soñé que era feliz, que no existían los gritos, ni los insultos y entre sueños vi a mi abuela (muerta hacía pocos días) a los pies de la cama...me acariciaba el pelo y me miraba con cariño pero también con tristeza...entre sueños sentí vergüenza de que mi abuela se hubiese podido enterar de la clase de persona en la que se había convertido su nieta y lloré y de tanto llorar terminé durmiéndome.
Sobresaltada me desperté al sentir su codo en las costillas, era su particular forma de darme los buenos días....
Amanecía otro día, otro día en el que me esforzaría por ser perfecta, aunque eso no sirviese de nada.. Pero le quería y sabía que algún día él se daría cuenta y mi vida podría ser como siempre había soñado. Pero ese día nunca llegó.
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3 comentarios
Write comentariosPor suerte ya no duermes con él.
ReplyMuy buena historia.
Un abrazo.
Como me alegra de que se haya terminado esa pesadilla.
ReplyUn abrazo fuerte.
Opino lo mismo que Estefan y Celso.
ReplyQue bien que ya no esteas con "ese", por no llamarle otra cosa.
Un abrazo.
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