Brian cogía fuertemente las riendas de su dragón azul mientras éste caía irremediablemente en picado y abandonado a su suerte sobre un escenario cargado de humo.
Rodeado de otros dragones carmesí-bronce y su propio ejército; dragones azul-plateados.
El alarido de su dragón, causó un fuerte estruendo mientras iba cayendo.
-- Vamos Leni, no te rindas ahora gran guerrero –. Le dijo Brian telepáticamente a su amado dragón.
-- No puedo hacer más, (contestó éste luchando por enderezarse) me han chamuscado un ala.
Mientras dijo esto, Brian miró hacia su izquierda y efectivamente, de allí salía un humo negro.
El ambiente era irrespirable, el humo de la batalla, el sudor cayendo por el interior de su yelmo y taponando los ojos, la impotencia y el esfuerzo consumidos. Fue gracias a su lanza y al amarillo del fuego abrasador de su compañero; que habían derrotado a tres de sus rojos enemigos.
Pero ahora, una llama de verde fulgor, había sido la causante de su caída. Ahora, que la suerte parecía estar de su lado y en éste momento por lo único que luchaba era por mantener el equilibrio y llegar sano y salvo al suelo, había perdido la lanza mientras luchaba.
Tampoco se podía caer de la silla, pues estaba atado a ella. Justo antes de rozar las copas ardientes de los árboles más próximos, Leni, como movido por un arte muy común en él, pudo mantener el equilibrio.
-- Yuhuuu –. Gritó Brian mientras viraba al dragón hacia una zona limpia de llamas.
-- Gracias amigos que aún estamos con vida, buscaremos un lugar para aterrizar.
Pero Leni no contestaba, de repente, Brian se dio cuenta de que su costado derecho manaba sangre.
-- ¡ Oh, no, Leni ha sido alcanzado !.
-- ¡¡ Aguanta un poco más !! –. Gritó Brian con cierto desespero en su voz.
Se vinieron abajo, fue en un llano dónde Brian luchó por no quedar herido durante la sacudida, por suerte que no hubieron demasiados árboles por los alrededores.
Cuando todo volvió a la normalidad, desató el correaje que lo mantenía unido a la silla y se liberó de la misma sin demasiada complicación. Luego fue a comprobar la profundidad de la herida de Leni.
En ese momento, miró por instinto hacia arriba y corrió huyendo hacia los árboles más próximos, a su izquierda, un enorme dragón carmesí desplegó un torrente de fuego verdoso sobre su oponente que en su persecución quería cerciorarse de su caída.
Por fortuna, Brian se salvó de la embestida. No corrió la misma suerte su compañero que murió irremediablemente.
Estaba anocheciendo y un grito de mujer llamó su atención por la proximidad de la misma, cuando se quiso dar cuenta, la tenía encima, venía a todo correr.
-- ¡ Ayúdame !, (gritaba) ¡ Me están persiguiendo !.
Brian la apartó a un lado a la vez que desenvainaba su espada. La mujer vestía una túnica blanca y se quedó sentada en el suelo mientras Brian se enfrentaba a sus perseguidores.
Se trataba de soldados invasores pertenecientes a las tierras del sur y portaban armaduras de cobre, muy parecidas al color de sus dragones.
Brian, con su armadura plateada embestía los ataques de sus cuatro adversarios, primero con la empuñadura hacia arriba y el filo hacia abajo pudo defender su rostro de un ataque certero, seguía combatiendo mientras que con su otra mano empujaba y golpeaba.
No tenía escudo, pues lo había perdido luchando contra los dragones, cayeron dos de los atacantes que no tardaron en alzarse de nuevo.
Brian con la espada aferrada con ambas manos hacia lo que podía, cansado sabia que ésto no podía prolongarse durante mucho tiempo, continuaba moviéndose, haciendo movimientos muy precisos de ataque y defensa, otro adversario cayó herido.
La lucha se estaba alargando más de la cuenta, Brian recibió un golpe en la cabeza que lo dejó aturdido durante unos segundos.
Luego, un golpe en la pierna, le hizo tambalearse, cayó de una rodilla mientras se defendía de otros ataques, otro golpe en el hombro y otro más en la espalda.
Brian luchaba por posarse de rodillas, un fuego anaranjado brotó por encima de su cabeza chamuscando a sus agresores que cayeron envueltos en llamas. Al alzarse del suelo y mirar hacia atrás, vio a su compañero que dulcemente sonreía y a continuación, se desplomó:
-- ¡ Leni ! –. Gritó desesperadamente sin hallar respuesta.
-- No te molestes, está muerto –. Dijo la dama, a la cual le brillaba la piedra del colgante que llevaba puesto y mientras ella se lo mostraba, continuó diciendo:
-- Pertenece a mi maestro y acabo de utilizar el conjuro que él me enseñó, un conjuro que hace volver el alma a un cuerpo moribundo y a funcionado.
-- ¡ Vaya, que alegría ! –. Contestó Brian.
-- Oh, me llamo Elisa –. Dijo extendiéndole la mano.
-- Pero no te muevas, te ayudaré y te pondrás bien.
-- Encantado Brian, para serviros.
Cuando Elisa se agachó para ayudar a Brian a quitarse el yelmo, éste quedó prendado entre sus brazos y así, se besaron mientras a su alrededor una cruenta guerra que parecía no tener fin, iba irremediablemente cambiando su destino, hacia una paz sin precedentes.
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4 comentarios
Write comentariosMuy chulo el dibujo que le pusiste.
ReplyPero el final me descolocó un poco, pero es un relato genial, como siempre.
Que tengas una buena tarde.
Un final curioso, pero a mí me parece muy chulo.
ReplyUn beso!
Lamento discrepar pero el final me ha resultado chocante :P Deben gustarte las novelas de caballería, no? Un abrazo
ReplyA mi el final me pareció chocante, pero el resto de la historia me encantó.
ReplyHasta la próxima.
Un abrazo.
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