La disputa del Mark's

Un naipe. A su alrededor, nada. Puro aire. La mesa está ocupada sólo por un naipe. Lo voy a retirar y sentarme, pensando que el dueño se lo ha olvidado allí, en ese lugar tan deteriorado como lo es la mesa 6 del Mark's, el restaurante más asqueroso de todo el pueblo. Pero, para qué negarlo. Sólo soy un viejo tacaño cuyo único deseo en lo que le queda de vida es ahorrar el poco dinero que tiene. "¿Para qué?", se preguntarán ustedes. La verdad, ni yo lo sé. Es un capricho como cualquier otro. y para satisfacer ese capricho, qué mejjor que el Mark's, el restaurante más barato de todo el pueblo.

Levanto el naipe, y estoy a punto de arrojarlo al suelo, cuando los pocos vagabundos roñosos que allí se encuentran se retiran espantados por algo, murmurando muy por lo bajo cosas ya inaudibles para un viejo tacaño como yo. Los miro asombrado, imaginando qué pudiera pasarles, pero ellos no me devuelven la mirada. En pocos segundos, el murmullo ha sido reemplazado por un silencio hermoso, de aquellos que dejan a uno hablar consigo mismo.

- Hey, viejo de mierda, devuelveme ese seis de corazones -.
¿Y esa voz?. Miro para todos lados. No hay nadie. ¿Que extraño?, pienso. No se me ocurre quién puede decir semejante cosa en el Mark's, el restaurante más tranquilo de todo el pueblo. Pero no me encargo mucho de buscar respuestas. No me interesa. Lo único que me interesa es comer algo, estoy muerto de hambre.

Llamo al único mozo del establecimiento. En un instante llega, con su repugnante uniforme sucio y sus notables ganas de putearme por haberlo molestado, reflejadas en su pálida cara. Parece que no toma consciencia de que gracias a mí ese hijo de puta se gana la vida dignamente.

El mozo mira para todos lados, buscándome. Se sorprende de no encontrar a nadie. pues sabía perfectamente que hasta hace un rato había gente en el lugar. Poco a poco me voy dando cuenta de algo: mira para todos lados, aunque evitando la mesa 6, mi mesa. Presiento un miedo atroz en sus ojos. Finalmente, con algo de inseguridad, cede al irremediable impulso de girar su cuello y mirarme. Es entoces cuando los ojos se le salen de las órbitas y queda boquiabierto, con una expresión de horror en su cara que bien se podría decir que ha visto un fantasma.

- Usted, otra vez acá... ya le di lo que tenía... Retirese, por favor, no... no quiero tener más problemas, señor... Se lo ruego... -.
Me deja atónito con esas palabras. Mientras pienso que habrá querido decir, el tipo huye hacía la cocina. Yo, por mi parte, me encuentro a mi mismo con la mente en blanco y la vista fija en el naipe.
A propósito, no sé que naipe es, porque todavía no le di vuelta. Procedo a hacerlo, pero me interrumpen unos zapatazos en el suelo. Levanto la vista y veo al mozo que se acerca, con algo en la mano.

- Tome... es lo único que tengo, pero... por favor... no me haga daño... -.
Me entrega 152,80 euros.

- Menos mal que los trajiste, hijo de puta -. Digo, aunque no sé por qué. Al instante se los devuelvo.

- Yo no sé que carajo pasa acá, pero no quiero su dinero, no soy ningún ladrón -.
El mozo me mira. Ahora, además de salírseles de las órbitas, sus ojos están rojos. Es evidente que, como yo, está buscando una respuesta a todo este asunto. Y que mejor lugar para preguntarse que es lo que pasa que en Mark's, el restaurante más misterioso de todo el pueblo.

Finalmente, el hombre (me acabo de enterar que se llama Claudio, porque vi su nombre en su repugnante uniforme sucio) se aleja a enormes trancos, otra vez hacía la cocina. Y yo solo atino a mirar el naipe que, dicho sea de paso, aún no dí vuelta. Es por eso que me encuentro acomodado mis dedos sobre el plastificado papel para cambiarlo de posición y así enterarme cuál es, solo por curiosidad, cuando escucho algo...

- Vos, de esta no salís vivo -.
Busco por los alrededores para ver quién es el que me habla, pero otra vez me encuentro con la soledad del Mark's, el restaurante más solitario de todo el pueblo.

De repente, algo me llama la atención. Es una especie de cuchicheo que se oye desde la cocina:
- Si, es el mismo de hoy a la mañana... No, esta vez no creo que se escape, aparentemente no entiende de qué le hablo... Desde estar loco, ¡qué se yo!, lo único que quiero es que lo atrapen, que me deje tranquilo -.

No hace falta que siga escuchando, es indudable que esa es la voz de Claudio, que debe estar pidiendo ayuda para que me atrapen.
Pero, ¿que es lo que hice para que quiera me me atrapen?. Hoy a la mañana no estuve acá, es más, estuve... estuve..., ¿que estuve haciendo?, ¡por Dios, no me acuerdo qué estuve haciendo hoy a la mañana!, ¿que me está pasando?.

- Yo te digo, si hubieras aceptado el dinero, pedazo de idiota -.
Esa voz otra vez. Claro, ya sé de donde viene, es de adentro mío. Pero, ¿que hace allí?, ¿qué quiere decirme?.

- Esteee... Señor... Le pido por favor, no me haga daño, si quiere, le sirvo gratis... -.
Ese es Claudio. Lo miro fijamente. En cambio, él esquiva su mirada, con un nerviosismo que se nota en su desmesurada transpiración. Por qué me quiere servir gratis, no lo sé. Sólo sé que acaba de llamar a alguien (seguramente la policía) para que me atrapen. Así que, lo único que puedo hacer ahora es huir. No quiero problemas, y menos si yo no tengo la culpa de nada. Dejjo el maldito naipe en la mesa (ya no me interesa saber cuál es), me levanto y, de pronto, siento que mi bolsillo izquierdo se alivana. Cuando veo para abajo, me encuentro con algo que no deja de sorprenderme: se me ha caido un mazo de naipes del cual no tenía constancia de poseerla. Al parecer, el naipe de la mesa pertenece a ese mazo.

- ¿Ha venido a buscar su naipe, señor? -. Me pregunta Claudio.
Lo miro extrañado. No sé que responderle. No sé de dónde salió ese mazo. Niego rotundamente que me pertenezca. Pero no hay duda de que ese naipe forma parte del mazo que se me cayó. Eso quiere decir que estuve antes acá. Eso quiere decir que estuve esta mañana acá. Y sin embargo, aún no recuerdo qué fue lo que hice para motivar al maldito mozo a llamar a la policía. Mientras razono todo esto, recojo el mazo del suelo. Recojo también el naipe, aunque no sé por qué lo hago. Estoy a punto de guardarlo en el mazo, cuando...

- Toma el dinero y andate -. Es esa voz desde mi interior, otra vez, ya casi no puedo controlarla.
Es como si me arrebatara los pensamientos. Como si quisiera usurpar mi cuerpo. Pero me resisto. Hago un esfuerzo tremendo para mantener la cordura. Me retiro tranquilamente. Con cada paso, siento cómo la respiración del mozo se acentúa. Estoy a punto de llegar a la puerta, cuando algo extraño me sucede. Siento que algo me quita paulatinamente la visión y, en general, el control de mi cuerpo. Me siento como un residuo en el centro de mi corazón. Ya ni siquiera puedo oír.

Estoy recuperando mi cuerpo. Ya puedo ver, puedo moverme. Un momento, estoy en el suelo, sangrando. Siento un agujero en el pulmón izquierdo. Allá a unas mesas está Claudio, tirado, con un cuchillo atravesándole su grasoso estómago. Ahí se acercan unos policías. Me están apresando. Pero, ¿que es lo que he hecho?.

En mi mano aún está el naipe. Todavía me queda algo de fuerza para ver cuál es. Pero los policías me atrapan y me llevan. El naipe se me escapa. Cae boca arriba en el suelo. Mientras me llevan al patrullero, veo que es un seis de corazones. Un seis de corazones arrojado en el suelo del Mark's, el restaurante más peligroso de todo el pueblo.
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3 comentarios

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11 de diciembre de 2009, 21:44 delete

Vaya, por una vez soy la primera en comentar.

Que historia más interesante, aunque dejes el bar como lo peor del mundo.

¡¡ UN BESITO !!

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Unknown
AUTHOR
11 de diciembre de 2009, 21:51 delete

Buena historia, me gustó mucho.

Un abrazo.

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12 de diciembre de 2009, 16:04 delete

Que buena historia, me ha gustado muchísimo.

Salu2.

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