- Fuente: mujer.terra.es
Milagros es una mujer de 56 años. Cuando tenía 20 años se casó con su novio del pueblo, al único chico que había conocido. Vivieron en el pueblo en los primeros años de su matrimonio y allí tuvieron a su primer hijo (después vinieron dos más). Como muchos emigrantes, se trasladaron a Madrid a buscar trabajo.
Milagros siempre fue ama de casa y siempre fue la mujer sin cultura e insegura que vivía bajo la protección de un marido igualmente inculto pero de sexo masculino. Eso era un valor muy grande en aquellos tiempos.
Las dificultades económicas siempre les habían presionado, pero con 47 años despidieron a su marido del trabajo y tuvieron que apurarse aún más. La situación era difícil, su marido cada vez era más arisco y agresivo. Criticaba sus comidas, cómo tenía la casa, las conversaciones con las vecinas. Cualquier cosa era motivo de discusión.
Poco a poco fue aprendiendo que lo mejor era mantenerse sumisa y callada y decir que “si” a todas sus demandas. El comenzó a beber más de la cuenta y el momento de llegar a casa era temido por todos (aun vivía un hijo en la casa, el cual se enfrentaba a su padre y defendía a la madre) con lo cual comenzó a ser víctima también del maltrato del padre.
Su aislamiento social cada vez era más latente y a Milagros sólo le quedó la conversación con su vecina de toda la vida, con la cual hablaba a través de la terraza cuando el marido no estaba.
Ella insistió en que denunciara pero Milagros se veía sola y sin un sitio a donde ir. ¿Qué sería de ella?. No tenía dinero ni trabajo, nunca había trabajado y ahora le parecía un mundo salir adelante sola. Varias veces acudió al hospital para que la curaran y se habló abiertamente de lo que sucedía, su hijo la acompañaba y era él quien la animaba a denunciarle, pero por miedo siempre suplicaba a médicos y enfermeras que no hicieran nada.
Un día, animada por su vecina acudieron a una cita con la asistente social de su ayuntamiento, allí le explicaron qué opciones tenía y qué era lo mejor que podía hacer. Allí la apoyaron y la animaron para salir adelante. Pidió ayuda a su hermana que vivía en otra provincia y se instaló en su casa tras denunciar al marido.
Al principio fue duro, porque sabía que él la buscaría, pero por suerte su hermana había cambiado de residencia en una capital de provincia y su marido no supo localizarla (el alcohol cada vez hacía más mella en él y sus capacidades estaban limitadas).
El tiempo hizo el resto, se separaron definitivamente y nunca más volvió a verle hasta el juicio, en el que no hablaron para nada.
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5 comentarios
Write comentariosOjalá todas las mujeres contasen con una vecina o una amiga o una compañera así. Es primordial que alguien te haga abrir los ojos para enfrentarte a la realidad, que estás siendo maltratada y que tienes que huir.
ReplyLa mayoría de las mujeres maltratadas no se consideran como tal. Bien porque consideran que eso a ellas no les puede pasar o bien porque creen que la culpa es suya y claro, si yo le enfado, es normal que me pegue.
Gracias a los medios de comunicación y a todas las asociaciones que luchan contra la violencia de género, está cada vez más presente en esta sociedad que el maltrato no es normal y no hay que permitirlo NUNCA.
Muchos besos Cristina y gracias por poner mi avatar.
Buena historia, menos mal que tenemos asociaciones y comunicación para denunciar estos hechos.
ReplyUn abrazo.
Pues si, una historia conmovedora y menos mal que tenemos a amigos, vecinos y familia para apoyarnos en ellos.
ReplyUn abrazo.
YO ESTOY SIENDO MALTRADA, Y NO SE QUE ASER NECESITYO AYUDA KE PUEDO HACER
Replyfui maltratada,gracias a la ayuda de mis hijas de 14 y 10 años estamos sacando adelante a mi hijo pequeño la tranquilidad en la que vivo no tiene precio los servicios sociales me orientaron mucho.Si tienes una orden de alejamiento se firme por que depende tu vida y la de los tuyos.Un abrazo y quererse mucho
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